Zacarías 1:2-4 Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros padres. 3 Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. 4 No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.
Esta mañana vamos a reflexionar sobre la importancia que tenemos como padres en la educación de nuestros hijos.
La lectura inicial se refiere al tiempo cuando Dios hizo un pacto con el pueblo de Israel, pero ellos se fueron tras otros dioses.
Ellos rompieron el pacto que Dios había hecho con ellos.
No fue anulada la promesa, fue anulado el pacto.
Por eso, fue la importancia de crear un nuevo pacto con mejores promesa que el pacto inicial.
Estas tema de un pacto con mejoras promesas lo compartimos hace poco, en donde vimos la importancia que tenía este nuevo pacto.
Vamos a hacer énfasis en el ejemplo que como padres podemos darle a nuestros hijos.
Existen dos tipos de ejemplos.
El buen ejemplo y el mal ejemplo.
Sobre el mal ejemplo
Cuando nosotros hacemos cosas que no le agradan a Dios, y eso lo ven nuestros hijos, después no vamos a tener la autoridad para decirle que no hagan lo que nosotros hacemos.
En este caso se cumple lo que dice la Biblia en Zacarías 1:4, que seamos como nuestros padres.
Si yo tengo un negocio o en mi trabajo, hago cosas incorrectas, como poner pesas falsas, o traer poco a poco papel carta o lapicero, libretas, grapas, etc. Y nuestros hijos lo ven, lo saben, después no vamos a decirles a ellos que no lo hagan.
Por ejemplo un hombre que aún anda en el mundo de pecado, que toma, fuma, baila pegado, no le puede decir a sus hijos que no lo hagan porque es malo. Sus hijos lo van hacer igual que ellos.
Y cuando los hijos caen en el mundo, en el pecado, algunos padres, les da orgullo, dicen que salió a su padre, que hijo de tigre nace con rayas.
Y no saben que con su ejemplo o más bien, su mal ejemplo hacen que la vida de sus hijos también sea desdichada igual que ellos sus padres.
Porque no vamos a poder corregir a nuestros hijos y para que ellos nos digan que eso mismo hacemos nosotros.
Si yo estoy haciendo algo que no le agrada a Dios, cuando quiera educar o corregir a mi hijo que no lo haga, esta es la palabra que vamos a recibir.